La primera casa que tuvimos con mi marido, hace más de 20 años, era un apartamento muy chiquito con vista al río los días de sol y con el agua entrando por la ventana los días de: era un lugar muy bien hidratado, digamos.
Para mudarnos hicimos el “gran” desembolso en una casa de electrodomésticos y compramos heladera, cocina y calefón: La caja de la cocina sirvió de mesa hasta que un amigo nos regalo una mesa de madera con vida interior incluida: el famoso “bicho tarado”, al decir de mi sobrina, que convivió con nosotros tantos años.
Los muebles fueron llegando de a poco, con las mudanzas, para complementar un rincón o cubrir necesidades impreriosas, como aquella vez que mi maridó apareció con el flipper o el bastón de dama antigua que compré en un remate..
Los enseres fueron llegando también junto con las nuevas necesidades: mamá nos regalo cosas para la cocina, un día hicimos una reunión y precisamos cazuelas ,otro, llamamos al doctor y compramos sábanas y colchas nuevas, luego vinieron los niños, nos volvimos a mudar, encontramos una oferta irresistible, le compramos cosas a los vecinos que se iban de viaje, no había donde poner los libros y así, a lo largo de 20 años nos llenamos de cosas que un domingo, hace ya 2 años esparcimos, por otras tantas casas que se siguen llenando.
Y nos encontramos con ocho valijas como equipaje, una casa preciosa que esperaba que la convirtiéramos en hogar. Compramos los muebles imprescindibles,entre ellos un sofá cama de dos plazas para recibir a los amigos…
Luego vino lo más difícil: esas cosas que uno da por sentado, que han estado siempre en nuestra casa en forma casi natural y que se recuerdan solo cuando se necesitan. Mi primer día de cocina, luego de haber ido a Costco y llenado varios carros, pretendí cocinar un paquete de pasta y tantee buscando la sal, a la altura en la que normalmente la guardaba a miles de km de Weston… entonces comencé a pensar que era imprescindible, hacer una lista de pequeñeces imprescindibles. Y empezaron a llegar las ideas de los amigos:
- Saca corchos (ese vino desde Uruguay, elemento de primera necesidad, si los hay) En esto, todos mis amigos fueron contestes.
- Abrelatas (fundamental esos días en que cocinar parece una quimera)
- Palillos para colgar la ropa (no mis amigos, aquí no se cuelga nada!)
- Tablas varias (verdura, carne, pan. Fundamentales)
- Colador (la tapa de la cacerola no es apta para manos torpes)
- Seca lechugas (según mi hermano, una casa no es casa sin un seca lechugas)
- Perchas (tarda un tiempo uno en decidirse porque hay tanta variedad! Empecé con las de la tintorería, pasé por las de madera de IKEA y ahora estoy por las de plástico del supermercado)
- Espátulas, cucharas, cucharones
- Martillo (lejos los días de mucho estrés)ia Laport Ese instrumentito para cortar queso ( y las tablas para picar de todo)
- Termo y mate. Los uruguayos no vamos a ningún lado sin el termo y el mate.
- Repasadores y manoplas para el horno
- Condimentos y azúcar (el segundo día quise hacer el café sin azúcar)
- Cafetera: qué tema! Hay tantas opciones que marean!
- Tostadora
- Panera
- Mantelitos
- Platos hondos (uno piensa que no los va a usar…pero al final dan ganas de bajar el aire acondicionado y tomarse una rica sopa)
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