Yo estaba acostumbrada a acompañar a mis hijos en su primer día de clases, hasta que ingresaban al aula.
Era una rutina encontrarme con todas las mamás de los años anteriores y presentarnos con las poquitas nuevas, para así conocernos.
Acá es diferente: los chicos son más independientes o les enseñan a serlo. Muchos de ellos van y vuelven de la escuela en el ómnibus escolar, que suele tener su parada en uno o varios puntos, dependiendo del tamaño de la urbanización. El ómnibus es un buen medio de integración, una oportunidad de hacer amigos desde el primer día de clases.
Otros padres optan por llevarlos a la escuela pero apenas detienen sus automóviles para que los chicos bajen.
Este año, nuestro primer año en Weston, yo no estaba preparada todavía para ese desprendimiento, estacioné mi auto, caminé con mi hija y quise acompañarla lo más adentro posible.
En la puerta recibí la primera lección del año y el maestro fue el señor que se ocupa de la seguridad: Ella va a clases… usted va a su casa, me dijo.
Y ahí la dejé, en un lugar nuevo, con gente nueva, con otro idioma, para que se arreglara sola . Y no hubo sorpresas: lo hizo!
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