Y llega el día de la mujer y, como las mujeres, es un día complejo, contradictorio, dividido. Si, dividido en tantos frentes como nos es posible. Y entre tantas movilizaciones la mía es esta, reflexionar y escribir sobre algunas cuestiones relacionadas con el ser mujer.
Se lucha por una igualdad y en lo más íntimo de nuestro ser luchamos por una distinción, por ser reconocidas en eso que nos da un valor único, un reconocimiento. Los varones no tienen su día y la mujer, al igual que los animales, y los niños, si.
Me cuesta comprender al feminismo, quizás porque me fascina el universo femenino, poético, intenso y tanto más interesante. El mundo artístico se ocupó mucho más de nosotras, esculturas, pinturas, poesías, miles de canciones y escritos sobre la mujer, hemos dado trabajo a los artistas, a los filósofos, a la ciencia en general.
Y cuando incursiono en mi costado artístico he esculpido mujeres, y también las he pintado, son pocos los hombres que aparecen en mi pintura, como si fueran actores de reparto, acompañan en la trama que la obra teje en torno al amor, casi siempre, pero ellas son tan lindas de pintar con sus curvas, sus peinados, sus vestidos…
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, murió sin hallar respuesta sobre lo que desea la mujer. Y muchos maridos e hijos sin hacer un estudio científico dirían que es una tarea imposible. A nosotras mismas a veces nos cuesta saberlo. Lacan, que como buen francés no reniega de su complejidad, y hasta justifica su manera de escribir, con un lenguaje para expertos, encuentra una explicación que viene al caso, y es que el goce de la mujer está dividido. Resumiendo, y para no dar una clase de psicoanálisis, gozamos de la diversidad, de más de una cosa, no nos ocupamos de un solo tema o preferimos estar en varios temas a la vez.
No es fácil sentirnos completas, es más, la completitud está más cerca de ser un paradigma mítico que una realidad, pero esta es una vía diferente al disfrute, ya que podemos disfrutar de la vida si renunciamos a esos ideales de perfección o de completud. Podemos ser madres, pero eso, por suerte para nuestros hijos, no es la única razón de nuestra vida, necesitamos más, necesitamos otras cosas de las cuales ocuparnos, necesitamos nuestro espacio, necesitamos causas como el cause de un río donde dejar circular nuestra energía y nuestro deseo. Si trabajamos, la realización personal no llega por enfocarnos en un solo tema, puede estar la familia, el deseo de formarla; las amigas, que suelen tener un vínculo entrañable y necesario, ocupan un lugar destacado entre nuestros afectos, a veces funcionan de oráculo , donde las consultas al grupo suelen ser increíblemente diversas y los temas insospechados, que delatan en la cantidad de cuestiones de las que nos ocupamos a diario, hablan de nuestras interminables listas mentales y tareas pendientes.
Desde la biología y la psicología hay condiciones que marcan claras y extremas diferencias. Freud nos habla del complejo de Edipo y nos señala que en la niña es doble, puesto que es primero con la madre y luego se dirige al padre. En el varón, en cambio, toma una sola dirección, se dirige hacia la madre. Por suerte, como resto de este complejo, queda una corriente tierna “eterna” con su madre, que como madres disfrutamos y con la que competiremos como esposas ( aunque como resulta siempre, la mujer es “no toda”,y no todas competían por este amor, algunas tendremos una relación más evolucionada y otras una lucha sin cuartel, con diferencias irreconciliables). El amor es condición y se torma lo más temido la perdida del amor para nosotras, por eso el amor nos impulsa, nos estimula y lo ponemos en todos lados.
Quiero cerrar con dos puntos que creo necesarios para que las mujeres tengamos una vida plena, y quiero aclarar que a los varones por su condición de goce no les suele ocurrir. Uno es la satisfacción o la insatisfacción, depende desde que ángulo lo estamos viendo. Y otro es el apasionamiento. En mi experiencia profesional me encontré muchas veces con mujeres de una entrega sin límite que les costaba ocuparse de si mismas; los hijos, el trabajo, la casa, estaban en primer lugar y ellas parecían no notar que su centro no estaba en el centro. Solo en algunas ocasiones aparecía cierto cansancio, que venía de la mano de la insatisfacción. La realidad es que la energía se obtiene de hacer cosas que nos dan satisfacción, para tener energía, para ser sanas, para ser felices y vivir la vida apasionada e intensamente.
Revisemos nuestra historia, veamos que queríamos hacer con nuestras vidas, a que jugábamos de niñas , que soñábamos y ejerzamos la libertad que nos da la adultez para convertirnos en esa mujer ideal que construimos en nuestra mente.
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